Ir al contenido principal

Perdidos

    Sora no dejaba de mirar esperando, y nosotros sin saber por qué. Miré al suelo y vi la pelotita roja, entonces entendimos, esa perrita de aguas quería jugar a la pelota.
   Un rato antes la dueña se preocupó de si nos molestaba, pero entonces ella no sabía que su perrita estaba muy lejos de ello. Le lancé la pelotita y salió barrera abajo a por ella, contenta porque al fin entendimos el motivo de su visita.
   Sentados en la terracita de la entrada de la cabaña, mi Reina y yo habíamos estado hablando del viaje hasta llegar al camping, los diez últimos kilómetros habían sido todo un catálogo de curvas, puentecitos y pasos estrechos; interesante para el conductor, pero algo estresante para el acompañante. El final del camino resultó ser un enclave natural alucinante, como una pequeña comunidad alejada del mundo y guardada por imponentes paredes de roca caliza, el sitio perfecto para estar perdido y alejado de la vida del resto del año.
   Durante el primer desayuno, hablábamos de nuestras cosas y echábamos de menos a nuestro Tiko, y escuchamos un maullido como un susurro, en nuestra escalera estaba el gato blanco y negro que la vecina había adoptado hacía ya dos años y que cuidaba desde entonces. Como parecía pedir algo, decidimos darle algo de jamón cocido para comer, que engulló con avidez. En prueba de agradecimiento comenzó a rozarse con nuestras piernas y a retozar en nuestra terracita, parecía que Tiko estaba de vacaciones con nosotros. Al terminar bajamos a disfrutar de la piscina que está a los pies de la ladera donde tenemos la cabaña.
   La verdad es que el simple hecho de estar aquí carga las pilas, ya sea por el cambio, por lo singular del sitio, o porque el chirrido de las chicharras nos dice que esta construcción está en medio del campo, en plena serranía malagueña.
   No es pereza, es disfrutar de la ausencia de obligaciones, de levantarte pensando en que vas a tener un día tranquilo; las preocupaciones ya volverán a su debido tiempo. Así, cada vez que salimos y nos sentamos en la terraza aparece Misifú, así es como llaman al gato que nos visita, en busca de su aperitivo y sus caricias.
   Digno de mencionar es el atractivo estiloso de vestir calcetines con alpargatas, en los pies de nuestro vecino francés, solo espero que en la cocina si hagan honor a la fama de su país. En cualquier caso, como vecinos son de los más respetuosos ya que pasadas las diez de la mañana, hora más que apropiada para estar despierto, siguen guardando el máximo silencio para procurar el descanso de sus vecinos. Poco más que decir de ellos pues no hablan español ni nosotros francés, solo algún saludo y alguna conversación ocasional en inglés, pero poco más que reseñar respecto a ellos.
   Las horas pasan, ni lentas ni rápidas, solo pasan, se saborean, se disfrutan...... normal, estamos de vacaciones. Sales de viaje y piensas en exprimir al máximo las horas de sol y playa, de diversión, de visitas monumentales; este año exprimiremos al máximo las horas de paz y descanso, de casi completa desconexión de nuestro mundo, y durante cinco días viviremos un mundo solo de dos, y algún vecino respetuoso con nuestras ganas de estar sin hacer nada. Como no los entendemos no se si nos critican por ello, pero nos dejan tranquilos y lo respetan.
   Fuera de la cabaña, la piscina es el mejor aliado contra el calor, y es punto de encuentro entre los desconocidos que formamos esta pequeña comunidad temporal que habita entre las montañas que guardan al rio Guadalhorce.
   Niños, adultos, mayores y algún adolescente nos damos cita a diario para refrescarnos con un baño de agua no demasiado fría en un lugar que está lejos de estar tan concurrido como para resultar incómodo. Desde que estamos aquí varias veces he pensado en la suerte que tenemos con los lugares de vacaciones, porque si buscamos un lugar así no lo encontramos.
   Cuando llegue el viernes, del camping El Chorro podré ya decir que yo solo pasaba por aquí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuidado con los perros

   Tened cuidado gente de bien de Montijo, no vayáis a cruzaros con algún desalmado de esos que llevan un perro al final de una correa, pues os podéis ver infectados por cualquier tipo de enfermedad o ensuciaros nada más ver pasar a uno de esos engendros.    Es por todos sabido que no van dejando más que basuras por la calle, a parte de apestosas deposiciones, si bien hay quien se encarga de cada mierda de su perro.    Aunque hay sitios donde no pueden entrar los perros, si es verdad que los hay donde estos seres peludos tienen vetada la entrada, ¿por sanidad?, ¿Higiene?, parece que son estas las razones por las que no se les permite entrar, o estar, depende de que sea un establecimiento o un espacio público. En el primer caso no hay objeción, si el dueño no es amigo de dejar entrar con animales, no se le va a obligar, no voy a pedir libertad al precio de quitársela a otro. En el caso de los espacios públicos, es curioso que no se les deje entrar por esos...

Viajando Solo

   "Al principio de todo viaje existe una preparación y unas expectativas, lugares, cosas que hacer, en fin un montón de proyectos por venir.     En mi caso siempre me ha fascinado todo lo que no he visto antes y este viaje consiste en cada dia descubrir una cosa nueva, un detalle, una forma de ver distinta.     Dada tu experiencia, me fuiste recomendando sitios que ver, cosas que hacer en cada lugar, también algunas de esas cosas que no todo el mundo sabe, y que solo da el haber viajado. Bien saben Dios y los hombres que no todos esos consejos los acepté de buen grado, queriendo yo saber más que tú, y descubrir todo por mi mismo. El tiempo te ha dado la razón, hay cosas que se saborean mejor sabiendo de antemano el camino a tomar. Habiendo llegado ya a la edad en la que empezabas a contar conmigo para tu viaje, entiendo que no hubo ánimo de control o de hacer tu mi viaje, sino que para tí era un lugar de esos maravillosos preparar conmigo mi viaje, q...

En Navidad

     Esa mano ya no tenía fuerzas, Roberto vio como su madre le indicaba que abriera el cajón de la mesilla. Era un trozo de madera, como un retrato, pero todo de madera.      -Quiero que lo vendas, donde quieras, en una tienda, internet, como quieras pero véndelo cuando me haya ido -fue lo último que le dijo su madre.      El Perpetuo Socorro, siempre le había impresionado, pero esa noche se veía más sombrío de lo que lo percibía de costumbre, sin duda, pensó, el sonido del tubo de oxígeno y la oscuridad de la madrugada hacía aquella noche más tétrica, y mientras pensaba esto,  sonó el pitido que confirmaba la muerte, y otra vez, y otra vez…… un momento, no era eso, era el timbre de la puerta.       Estaba de nuevo en casa, en Montijo, veía las cigüeñas en el campanario de la iglesia de San Pedro a través de las ventanas, la mañana de Navidad llegaba tras ese sueño otra vez. Un año hacía desde que se apagó la ...